No tengas miedo

¿Te has imaginado viajar por el tiempo y ver que ha sido de ti en los próximos diez años? ¡Qué emocionante sería saber que en lo que hoy trabajas con tanta dedicación un día dará grandes resultados! ¡Sin duda, sería fantástico ver ese final!

Desafortunadamente no todo es color de rosa, porque para lograr cualquier objetivo de vida, es necesario pagar un precio, pues las cosas que realmente valen la pena, son las más difíciles de conseguir. Tal vez en estos momentos tú estés pagando algún precio al tratar de terminar un grado escolar, o al poner en marcha un nuevo negocio, o en el mejor de los casos: al tratar de seguir a Cristo.

Además, el objetivo como cristianos es un día morar en las mansiones celestiales con Jesús, caminar con él en las calles de oro y nunca más conocer llanto ni dolor. ¡Qué hermoso sería ese momento! ¿Lo imaginas?

Por lo tanto, para llegar a ese final tan anhelado es necesario pasar por un camino lleno de dificultades, esto no es porque a Jesús le guste verte sufrir o verte mal, lo único que él desea es fortalecer tu fe. Tan sólo quiere prepararte antes de que obtengas el mayor tesoro que es la vida eterna.

El apóstol Pablo compara a un atleta de alto rendimiento que corre sin parar para conseguir su apreciada medalla, con la vida cristiana que llevamos en este mundo. En la primera carta a los Corintios 9: 24-27, nos dice: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.

Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.

Por otro lado, el apóstol Pablo menciona que <<Todo aquel que lucha, de todo se abstiene>>, te recuerda que en el camino tendrás que rechazar las cosas que el mundo te ofrece. Por consecuencia tal vez pierdas amigos, familia, trabajo o escuela. Puede que todos te den la espalda, pero la gran diferencia es que el rey de reyes y señor de señores estará contigo en cada momento.

Amigo y hermano, Jesús y yo queremos invitarte a formar parte de esta gran carrera de la vida, caminar juntos este camino tan angosto y un día llegar a la meta. Si ya eres parte de este camino entonces te motivo, a no desistirque cada día falta menos para el final.

¡No lo pienses más y corre por Jesús!

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